jueves, 21 de noviembre de 2013

¿Qué es la medicina regenerativa?


La curación de enfermedades sin tratamiento, la regeneración de tejidos dañados por la vejez o por un traumatismo, la creación de órganos listos para trasplante o la solución a trastornos genéticos son algunos de los objetivos de la medicina regenerativa, una de lasarmas médicas del futuro y un campo de estudio real en el presente.
Este tipo de medicina se vincula a diferentes áreas científicas como la terapia celular avanzada, la ingeniería genética o la de tejidos.
El primero de estos campos, la terapia celular, se basa en el uso de células madre de distinto origen que, mediante diferentes procedimientos, se diferencian en el tipaje celular deseado. De esta manera, bien a través de un embrión, de una célula madre adulta o de una especializada, los investigadores han podido derivar cada una de ellas a otro tipo celular con la idea de generar un tejido sustituto a otro enfermo o dañado. La mayor experiencia en este terreno se ha hecho en los trasplantes de médula ósea que pueden salvar la vida de personas con leucemia al sustituir sus células enfermas por otras de un donante.
Pero más allá de las células hematopoyéticas (de la sangre, las que proceden de la médula), los científicos han probado la plasticidad de las células madre embrionarias y, recientemente, la posibilidad de conseguir otras similares a partir de la piel, las iPS, que también han demostrado en numerosos estudios que son capaces de convertirse en otros linajes como neuronascardiomiocitoshueso, etc. Y también se han mostrado eficaces para curar, en el laboratorio, varias enfermedades como la hemofilia, o la anemia de Fanconi. De hecho, estas mismas células han sido capaces de generar miniórganos como el hígadocerebro y riñón. Toda una promesa para poder, en un futuro, conseguir órganos para trasplantes o injertos para reparar partes dañadas de un tejido, o también para probar fármacos específicos para enfermedades propias de esos órganos.
El segundo gran campo de la medicina regenerativa es la terapia génica que consiste en la inserción de un gen en una célula para sustituir o bloquear un gen defectuoso o ausente en las células. Su mayor finalidad estaría en el tratamiento de patologías hereditarias o enfermedades adquiridas como el cáncer, aunque otro uso frecuente es para marcar una célula para poder seguir su evolución. Con un inicio complicado, con el desarrollo de leucemias en algunos pacientes, la mejora de los vectores que transportan los genes ha permitido en los últimos años éxitos contundentes. Así, que pasó del fracaso inicial a la curación de diferentes patologías como los niños burbuja, enfermedades como la leucodistrofia o la ceguera.
La tercera pata de la medicina regenerativa es la ingeniería de tejidos, es decir, el desarrollo de órganos bioartificiales cultivados en el laboratorio para reemplazar aquellos que no funcionan o no existen. La fabricación de estos órganos utilizan por un lado andamiajes elaborados a partir de materiales poliméricos y por otro, células vivas para repoblar esa estructura. La primera generación de biomateriales se remonta a los años 60, aunque fue en los 80 cuando se empezó a utilizar materiales bioabsorbibles. En los últimos años, se ha empezado a aplicar materiales que son además bioactivos que generan estímulos a nivel celuar y molecular. Uno de los especialistas que más ha avanzado en este área es Anthony Atala, del Instituto de Medicina Regenerativa de la Universidad Wake Forest, que ha logrado desarrollar vejigasuretras o tejido eréctil.
Pero los avances la ingeniería de tejidos han dado más frutos, como el conseguido por Paolo Macchiarini con una tráquea bioartificial y otra totalmente sintética, o el obtenido en Massachusetts al crearorejas artificiales. En animales, donde se ha avanzado un poco más, se ha podido crear corazones artificialespulmones, o dientes.
Por otro lado, en los últimos años hay que destacar los avances conseguidos con las impresoras de tejidos, que han dado lugar ainjertos de pielcartílago, etc.
Sólo el tiempo nos permitirá saber hasta dónde llegará el desarrollo de este campo de la medicina, cuántos avances producirá y qué otros enfermos se verán beneficiados. Quizás algún día enfermedadesmalditas como el Alzheimer, el Parkinson o el cáncer tengan un remedio eficaz para combatir sus efectos perniciosos. De momento, hay que esperar.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

¿QUÉ ES EL ICTUS?, ¿CUÁLES SON SUS CAUSAS?


Denominamos ictus a un trastorno brusco de la circulación cerebral, que altera la función de una determinada región del cerebro.
Son trastornos que tienen en común su presentación brusca, que suelen afectar a personas ya mayores –aunque también pueden producirse en jóvenes– y que frecuentemente son la consecuencia final de la confluencia de una serie de circunstancias personales, ambientales, sociales, etc., a las que denominamosfactores de riesgo.
Los términos accidente cerebrovascular, ataque cerebral o, menos frecuentemente, apoplejía son utilizados como sinónimos del término ictus.
El ictus, por lo tanto, puede producirse tanto por una disminución importante del flujo sanguíneo que recibe una parte de nuestro cerebro como por la hemorragia originada por la rotura de un vaso cerebral. En el primer caso hablamos de ictus isquémicos; son los más frecuentes (hasta el 85% del total) y su consecuencia final es el infarto cerebral: situación irreversible que lleva a la muerte a las células cerebrales afectadas por la falta de aporte de oxígeno y nutrientes transportados por la sangre. En el segundo caso nos referimos aictus hemorrágicos; son menos frecuentes, pero su mortalidad es considerablemente mayor. Como contrapartida, los supervivientes de un ictus hemorrágico suelen presentar, a medio plazo, secuelas menos graves.
En relación a estas consideraciones, los médicos distinguimos varios tipos principales de ictus:
  • Ictus trombótico, aterotrombótico o trombosis cerebral. Es un ictus isquémico causado por un coágulo de sangre (trombo), formado en la pared de una arteria importante, que bloquea el paso de la sangre a una parte del cerebro.
  • Ictus embólico o embolia cerebral. Se trata de un ictus isquémico que, al igual que el trombótico, está originado por un coágulo de sangre; éste, sin embargo, se ha formado lejos del lugar de la obstrucción, normalmente en el corazón. A este coágulo lo denominamos émbolo.
  • Ictus hemodinámico. Dentro de los ictus isquémicos es el más infrecuente. El déficit de aporte sanguíneo se debe a un descenso en la presión sanguínea; esto ocurre, por ejemplo, cuando se produce una parada cardíaca o una arritmia grave, pero también puede ser debido a una situación de hipotensión arterial grave y mantenida.
  • Hemorragia intracerebral. Es el ictus hemorrágico más frecuente. Una arteria cerebral profunda se rompe y deja salir su contenido sanguíneo, que se esparce entre el tejido cerebral circundante, lo presiona y lo daña. La gravedad de este tipo de ictus reside no sólo en el daño local sino en el aumento de presión que origina dentro del cráneo, lo que afecta a la totalidad del encéfalo y pone en peligro la vida.
  • Hemorragia subaracnoidea. Es una hemorragia localizada entre la superficie del cerebro y la parte interna del cráneo. Su causa más frecuente es la rotura de un aneurisma arterial (porción anormalmente delgada de la pared de una arteria, que adopta forma de globo o saco).
Aunque por su forma de presentación –súbita e inesperada– pudiera parecer que el ictus es una catástrofe imprevisible, en realidad –en la mayoría de los casos– no es así. El ictus es el resultado final de la acumulación de una serie de hábitos de estilo de vida y circunstancias personales poco saludables (factores de riesgo). Los vasos sanguíneos son el blanco de estas agresiones y, tras años de sufrir un daño continuado, expresan su queja final y rotunda: el ictus.
En la actualidad están bien identificados los más importantes factores de riesgo para el ictus. Algunos de ellos,
por su naturaleza, no pueden modificarse. Es el caso de la edad (el riesgo de padecer un ictus crece de forma importante a partir de los 60 años) y el sexo(en general, hasta edades avanzadas, el ictus se da más entre los hombres que entre las mujeres, aunque la mortalidad es mayor en estas últimas). La historia familiar de ictus, haber sufrido un ictus con anterioridad y pertenecer a determinadas razas, como por ejemplo la raza negra americana, también predisponen con mayor fuerza a padecer un ictus, sin que estas condiciones puedan, en sentido estricto, reconducirse.
Por el contrario, hoy día sabemos que, afortunadamente, podemos actuar sustancialmente sobre los factores de riesgo más importantes y, con ello, reducir de forma significativa el número total de personas que sufrirán un ictus cada año. Hoy por hoy, el mejor tratamiento del que disponemos para las enfermedades cerebrovasculares es una adecuada prevención y ésta comienza por la modificación de los principales factores de riesgo «tratables».
En los últimos 25 años, se ha conseguido ir reduciendo paulatinamente el número de ictus y disminuir hasta el 50% su mortalidad. Una buena parte de este éxito se debe al creciente control de su factor de riesgo más importante:
la hipertensión arterial. Toda persona mayor de 50 años de edad debería tomarse la tensión arterial al menos una vez al año; hay que tener presente que el riesgo de sufrir un ictus se incrementa tanto si está elevada la tensión arterial sistólica (máxima) como la diastólica (mínima), o ambas. Cifras superiores a 140/80 deben ser vigiladas por su médico.
Los pacientes que padecen enfermedades cardíacas y, sobre todo por su frecuencia, las que tienen su origen en la arteriosclerosis de las arterias coronarias –la «angina de pecho» y el infarto de miocardio (cardiopatías isquémicas)– corren un riesgo claramente mayor de padecer un ictus. Ello se debe a que la mayoría de los ictus isquémicos, los que denominábamos aterotrombóticos, también tienen en la arteriosclerosis su punto de partida. Pero, es más, si estos problemas cardíacos cursan con determinados tipos de arritmias, como la fibrilación auricular, lo cual no es infrecuente, el riesgo crecerá de forma muy considerable. Estas situaciones exigen una actuación médica enérgica, que puede reducir estas malas expectativas en cerca del 70%.
El consumo de tabaco es la causa prevenible más importante de muerte prematura. Su asociación con la arteriosclerosis, las enfermedades cardíacas y el ictus no ofrece hoy ninguna duda.
Aunque, en la actualidad, no está establecido con claridad el papel exacto que desempeñan los niveles elevados de las grasas en la sangre (colesterol y triglicéridos) en la probabilidad de sufrir un ictus, sí es evidente su relación con otras enfermedades, como la angina de pecho, el infarto de miocardio y la arteriosclerosis, y éstas a su vez tienen una estrecha relación con el ictus, como hemos visto con anterioridad.
La diabetes mellitus es una enfermedad que condiciona la incapacidad del organismo para metabolizar adecuadamente la glucosa que ingerimos con la dieta. La diabetes aumenta el riesgo de padecer muchas otras enfermedades (renales, oculares, cardíacas, de los nervios periféricos, etc.) y también de sufrir un ictus. Ello se debe a que, al igual que la arteriosclerosis, obstruye los vasos y éstos están en todos los órganos importantes del cuerpo. Hasta el 20% de las personas que han sufrido un ictus son diabéticas.
A pesar de ser una condición permanente, aquellos diabéticos que siguen un adecuado control de su enfermedad tienen menos probabilidades de sufrir un ictus que los que no lo hacen.
En ocasiones, el ictus nos concede una segunda oportunidad. El paciente sufre transitoriamente (con frecuencia sólo dura unos minutos) todos los síntomas con los que cursa un ictus establecido, pero, por fortuna para él, éstos desaparecen como llegaron, sin dejar ninguna secuela. Este caprichoso perfil temporal, la ausencia de dolor y –sobre todo– la ausencia de secuelas hacen que el paciente y, lo que es peor, a veces el médico minusvaloren estos episodios, con explicaciones simplistas y erróneas. Esta situación, a la que denominamosataque isquémico transitorio, es un verdadero «amago» de ictus: hasta un tercio de los pacientes que lo han sufrido presentarán un ictus establecido en el año siguiente si no se toman las medidas adecuadas.
En el siguiente apartado expondremos cuáles son los síntomas que denominamos de alarma y que nos ayudarán a reconocer los ataques isquémicos transitorios y el ictus en sus fases iniciales. Ello permitirá acudir con rapidez al hospital para ser atendidos por el neurólogo.
Otros factores de riesgo potencialmente tratables son: el consumo excesivo dealcohol, la obesidad, la vida sedentaria y los tratamientos con anticonceptivos orales, aunque –en la actualidad– su contenido en estrógenos es bajo y sólo parecen aumentar el riesgo si se suman otros factores, sobre todo el consumo de cigarrillos o padecer otra enfermedad vascular o cardíaca.