viernes, 26 de diciembre de 2014

La asociación entre la contaminación del aire y el nacimiento de niños con autismo



Los resultados preliminares de una investigación local (en el sudoeste de Pensilvania, Estados Unidos) revelan que, de entre los niños estudiados, aquellos con trastornos del espectro autista tenían mayores probabilidades de haber sido expuestos a niveles más elevados de ciertas sustancias tóxicas durante los embarazos de sus madres y los primeros dos años de su vida, en comparación con niños sin esa enfermedad.

El estudio lo han hecho Evelyn Talbott, Lynne Marshall, Judith Rager, Vincent Arena y Ravi Sharma, de la Universidad de Pittsburgh en Estados Unidos.
Los trastornos del espectro autista son un problema de salud pública importante, y su incidencia se ha incrementado de forma dramática en naciones como Estados Unidos, tal como subraya la Dra. Talbott, profesora de epidemiología en la citada universidad. “Muy pocos estudios sobre el autismo han incluido las exposiciones ambientales al examinar otros factores de riesgo. Nuestro análisis se añade al pequeño pero creciente conjunto de investigaciones que considera a las sustancias tóxicas del aire como uno de los factores de riesgo para los trastornos del espectro autista”.
La Dra. Talbott y sus colegas investigaron familias con y sin trastornos del espectro autista viviendo en seis condados del sudoeste de Pensilvania. Los investigadores encontraron vínculos entre niveles mayores de cromo y estireno y los trastornos del espectro autista en la niñez, una enfermedad que afecta a uno de cada 68 niños.
El estudio parece ser un paso decisivo hacia la explicación de por qué el autismo afecta a tantas familias en la región de Pittsburgh y en otras regiones y países del mundo, y refuerza la idea de que el nivel de calidad del aire que respiramos influye mucho más de lo que creemos en nuestra salud y en la de los hijos que tendremos.
Los trastornos del espectro autista son una gama de problemas caracterizados por déficits sociales y dificultades de comunicación que normalmente se hacen notar al principio de la niñez. Los casos conocidos de trastornos del espectro autista se han multiplicado casi por 8 durante las últimas dos décadas. Si bien estudios previos han mostrado que el incremento se debe parcialmente a cambios en las prácticas de diagnóstico y a un mayor conocimiento público sobre el autismo, ello no explica completamente el aumento de su incidencia. Se cree que factores tanto genéticos como medioambientales pueden ser parcialmente responsables.
Sobre la base de la exposición de los niños a concentraciones de sustancias tóxicas en el aire durante el embarazo de la madre y los primeros dos años de vida de los pequeños, los investigadores han constatado que los niños que resultaron estar en los grupos con mayor exposición al estireno y al cromo tenían un riesgo de padecer trastornos del espectro autista de 1,4 a 2 veces superior, después de tener en cuenta la edad de la madre, el consumo de cigarrillos de esta, la etnia y la educación. Otros compuestos asociados con un riesgo superior de sufrir trastornos del espectro autista incluyeron al cianuro, el cloruro de metileno, el metanol y el arsénico. Dado que estos compuestos se encuentran con frecuencia en combinación entre ellos, se necesita investigar más.
El estireno se utiliza en la producción de plásticos y pinturas, pero es también uno de los productos de combustión de la quema de gasolina en vehículos. El cromo es un metal pesado, y las emisiones atmosféricas contaminantes que lo contienen son habitualmente el resultado de procesos industriales y de procesos de endurecimiento del acero, pero también puede proceder de las emisiones de ciertas clases de centrales eléctricas. El cianuro, el cloruro de metileno, el metanol y el arsénico son todos usados en varias industrias, pero también pueden encontrarse en los humos de los tubos de escape de vehículos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario